Hay algo paradójico respecto a las decisiones. Sabes que realmente te has decidido por algo cuando el resto de opciones desaparece y sólo queda una: tu elección.
Las decisiones pueden resultar muy duras. A veces, nos debatimos evaluando cuáles pueden ser los posibles resultados. Otras veces, parece que hemos tomado una decisión e inmediatamente volvemos a encontrarnos rodeados de dudas y de «que-pasaría-si». Considerar una decisión durante demasiado tiempo nos puede llevar a un estado de estrés e incluso de parálisis de análisis pero precipitarnos al tomar una decisión sin proporcionarnos la oportunidad de comprometernos totalmente con ella y sus posibles consecuencias también pueden producir tensión y arrepentimiento en el futuro.
Hay un gran número de trampas psicológicas escondidas en cualquier proceso de toma de decisiones y una a la que nos enfrentamos con mucha frecuencia es la aversión a la pérdida.
La aversión a la pérdida es la tendencia de evitar pérdidas por encima de obtener ganancias y puede conducir a decisiones irracionales e incluso a impedir totalmente que alcancemos cualquier decisión.
En el día a día de nuestros trabajos, la aversión a la pérdida es un fenómeno más frecuente de lo que podríamos pensar. Recordemos todas aquellas ocasiones en las que hemos aceptado o permanecido en un trabajo simplemente porque temíamos no encontrar uno mejor. O las ocasiones en las que hemos acordado algo influidos por el miedo a perder nuestros trabajos, un/a buen/a empleado/a o una inversión. En estos casos, aceptamos condiciones que acabamos considerando “impuestas” o “injustas” lo que puede provocar resentimiento y frustración que pueden resultar, si no se canalizan adecuadamente, en alguna forma de agresión diferida.
Entonces, ¿cómo podemos superar esta aversión? Digamos que ya has tomado una decisión pero no consigues librarte de pensamientos del estilo “ya,-pero-no-es-tan-fácil” que provoca
que no llegues a dar ni siquiera el primer paso. Aquí hay dos técnicas que puedes utilizar:
Comprométete a hacer algo pequeño que te ayude a aceptar un compromiso más grande en el futuro.
La técnica del pie en la puerta es conocida desde hace años por los vendedores de todo el mundo.
Esta técnica está basado en el principio psicológico por el que es más probable que respondamos afirmativamente a una petición grande después haber aceptado una más pequeña.
En lugar de ser manipulados por este fenómeno, lo podemos utilizar en nuestro favor dando un pequeño paso hacia el objetivo establecido por nuestra decisión. Puesto que en general nos gusta vernos como “personas coherentes”, una vez que hayamos dado el primer paso, el siguiente parecerá más fácil. Otra ventaja de este método es que nos permite ver el camino hacia el cumplimiento de nuestra decisión como algo progresivo y de esa forma evitar situaciones del tipo “quemar-las-naves” que pueden resultar tan efectivas como traumáticas.
Ponte en un lugar donde no tengas nada que perder y conviértete en el dueño de tu destino.
Cuando no tenemos nada que perder, podemos enfocar toda nuestra atención en lo que podemos ganar. Todos hemos escuchado historias de personas que cambiaron completamente sus vidas después de superar una enfermedad grave. Estas personas alcanzaron realmente un punto donde no tenían nada más que perder y, de ese modo, pudieron comprometerse totalmente con sus decisiones. Sin embargo, simplemente llegar a ese punto no nos ayudará en absoluto si nos sentimos desvalidos y sin ningún tipo de control sobre nuestras vidas.
Afortunadamente, no necesitamos experimentar este tipo de eventos extremos para poder convencedernos de que no tenemos nada que perder. Puesto que la mente realmente no puede diferenciar entre la experiencia real y la simulación, nuestra imaginación se puede convertir en una poderosa herramienta.
Un ejemplo de como podemos conseguir esto es una técnica extraída del libro «Cómo suprimir las preocupaciones y disfrutar de la vida» (Dale Carnegie, 1948): Imagina el peor escenario posible y piensa cómo lo afrontarías. Si puedes visualizar las peores consecuencias para tu decisión y ser capaz de encontrar soluciones, tu sensación de control sobre la situación aumentará. Además de simular una situación en la que no tienes nada que perder (permitiendo que te centres en lo que puedes ganar), buscar soluciones a posibles consecuencias que te generan temor te ayudará a encontrar formas de prevenirlas sin renunciar a tu decisión.
Nuestro cerebro nos ha enseñado a temer situaciones en las que tenemos algo que perder y eso nos ha ayudado a sobrevivir y llegar hasta aquí. Sin embargo, en el proceso nos ha hecho olvidar que que existe un mundo entero de posibilidades esperando a que superemos el “umbral del miedo” . Como a menudo me digo a mi mismo, «nunca hagas ni dejes de hacer algo por miedo.»
Foto y título: Feel the fear por Vanessa Marie Hernández
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