Son las 6 de la mañana. Me duelen las piernas y la espalda también. Saco el brazo del saco de dormir y me doy cuenta de que que hace mucho, mucho frío. Estamos a finales de diciembre y afuera la noche es negra como el carbón. Me esperan 29km. Estaré caminando desde el amanecer hasta la puesta de sol.
Así es como comenzó para mí el tercer día de una caminata de 250 km de Montserrat hasta Huesca. Los primeros kilómetros parecía ya muy lejanos. El primer día me sentía descansado y era fácil disfrutar del camino. El tercero, dar el primer paso era un acto de pura voluntad.
Iniciar cualquier tipo de proyecto en la vida es muy similar. Al principio de todo es habitualmente fácil. La emoción nos ayuda a olvidar el peso de las experiencias pasadas y todo parece nuevo y prometedor.Sin embargo, tarde o temprano, la ilusión se desgasta y entonces es cuando la realidad nos pone a prueba. La nueva experiencia se convierte rápidamente en rutina y los pequeños inconvenientes se convierten en problemas que tan sólo podemos superar utilizando nuestra voluntad y nuestra paciencia. Crear un negocio no es diferente.
Autoengaño y autoboicot
Todos tenemos una idea de cómo deberían ser las cosas pero la realidad difiere a menudo muy significativamente de lo que esperamos. Cuando esto ocurre, algunos de nosotros abandonamos el proyecto (cualquiera que este sea) sólo porque éste no cuadra con la imagen perfecta que habíamos creado en nuestras mentes.
Cuando creamos una empresa por primera vez, el hecho de renunciar a un proyecto a veces tiene que ver con el autoengaño, una imagen incompleta de en qué consiste emprender (hablaré más sobre este tema en el futuro). Por otra parte, el abandono también puede estar motivado por el autoboicot. Mientras todo transcurre de acuerdo con nuestros planes, todo está bien. En cuanto los problemas aparecen, el miedo a fracasar puede llegar a ser tan grande que resulte más fácil para nosotros «decidir» abandonar el proyecto (a esto le sigue habitualmente una cantidad considerable de racionalización) que a poner en compromiso nuestra propia autoestima.
El momento perfecto
Lo «perfecto» es una trampa poderosa y el mayor enemigo del propio movimiento . Cuando esperamos a que las condiciones perfectas aparezcan, lo más probable es que acabemos esperando para siempre. Es mucho más sencillo asumir que en algún momento nos resultará difícil seguir el camino y confiar en que seremos capaces de superar el obstáculo cualquiera que éste sea.
Si aprendí algo aquella noche es que, de vez en cuando, tienes que aprender a salir del saco de dormir hacia la noche fría y oscura. Cuando lo haces, puede que te encuentres con que tus músculos se calientan y que te encuentras durante un rato mucho mejor de lo que esperabas. Quizá, si eres tan afortunado como yo lo fui, podrías encontrarte en la cima de una colina justo en el momento en el que sale el sol y darte cuenta que has sido tú quien ha creado el momento perfecto.