Me miraste y llevo saboreando esa mirada desde hace horas, repasando cada milisegundo de un encuentro de pupilas fugaz, recreando como bajaste las pestañas y giraste la cabeza como lo hacen los que no quieren ser descubiertos. Pero te vi. Te vi y me convertiste en un adolescente y llevo desde ayer dibujando tus pupilas y acariciando tus mejillas en mi mente. Llevo horas planeando excusas para acercarme a ti, a tus ojos y a tu rostro. Ese rostro que quién sabe cuánto tiempo hace que me hechizó, porque recuerdo todos los minúsculos momentos en los que te vi, desde hace muchos años, desde que yo no era más que un niño que tardó años en conocer tu nombre y muchos más en conocer tu voz. Te recuerdo en el recreo con tus amigas, en el instituto, te recuerdo en nuestro encuentro fugaz en la universidad… parecías tan feliz. Te recuerdo viendo a Brecht y yo esperando a Godoth y seguramente tú nunca sabrás que yo estuve allí. Por eso tengo la certeza de que esa mirada quedará marcada a fuego por muchos años y que quizá, aunque crea que te he olvidado, algún día te vea y bajes la mirada y yo me vuelva a sentir como un adolescente.
BCN, 11 de mayo de 2006
Comentarios