Ayer era París y hoy vuelvo al vino. Me pierdo en el cristal dorado y empiezo el día de nuevo, resurgir de las entrañas del metro, entregarme al juego y a las voces que me esperan en el bar. Soy yo, más relajado últimamente, soy yo sin tiempo, soy yo múltiple: en París, en la puesta de sol de Naxos, en Barcelona, soy yo dividido y completo.
Y hoy soy yo en el vino, en el dulce alcohol de los días, de estar siempre en un eterno inicio, en mi perpetuo camino. Hoy soy yo como siempre, en el mar, el caos y el camino.
Colonia, 22 de noviembre de 2004
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