Una cara se repite una y otra vez,
una y otra vez, una y otra vez
pero no está.
Tras las columnas y en los parques
bajo el sol, en la oscuridad y
en mi soledad, me persigue.
Una cara maldita que me atormenta
adueñándose de rostros ajenos,
clavando alfileres de tiempo en mi estómago,
con veneno de vacío en su punta.
Tras unas gafas, tras una melena rubia,
esa cara de desdén.
Me abandonó hace tiempo y voló
pero se cuela en los huecos
de mi debilidad y
me atormenta ignorándome.
Esa cara para quien ya no soy
y que se empeña en castigarme,
me dobla el corazón
en cada sacudida de realidad,
de una faz falsa y múltiple
en la que se repite su gesto.
Y aunque la desvelo,
luego no queda un suspiro
sino un gusano
y tristeza, tanta tristeza.
BCN, 27 de diciembre de 2006
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