A veces el cortocircuito, el tiempo que se rompe bajo la planta de nuestros pies. Y nosotros con la cabeza gacha, inclinándonos al abismo.
Caminamos pero no nos movemos, nos convertimos en círculos y und día, al levantarnos, nos damos cuenta de que es ayer pero que no volveremos, de que nos hemos perdido.
Y entonces sentimos miedo y cobardes nos dejamos arrastrar por el tiempo que se quiebra bajo nuestros pies, con la frente encadenada al abismo.
Colonia, 31 de julio de 2003
Comentarios