Canta triste trozo de metal
antaño cubierto de dorados brillos
y lento restallar de risas en el pecho.
Sueño con aquel viento
que se buscó,
a sí mismo,
en un oscuro bosque
y conviérte ahora
en el más cálido
compañero de la luna.
Abandona ya,
tu monótono lamento
y olvida antiguas marcas
que grabaron
(alguien grabó)
en tu piel.
Deja de ser aquello que fuiste
y riete ahora,
de ti mismo,
mientras las turbias aguas
corrompen tus huesos,
lentamente,
cuando desciendes despacio
(sueñas ahora que te nacen alas)
hacia la tierra de la que saliste un día,
y que te ves obligado,
de nuevo,
a volver a ver,
mientras ya olvidas la luz del cielo
y aquellas perlas que,
en otro tiempo,
te alegraron.
(10 de agosto de 1996)
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